DIY Cómo hacer sus propios jabones

12/09/2019

Creo que sobre este tema hay infinidad de blogs y páginas. Pero, a menudo veo comentarios y preguntas que me parece interesante resolver. Así que, os voy a hablar un poquito de esto. Además, tengo la sensación de que no tengo más cosas que compartir en otros sentidos, al menos por el momento, porque estoy obsesionada con los jabones últimamente y porque, en lo que al resto de productos refiere, estoy intentando adoptar un enfoque más minimalista.

Hay dos maneras principales de hacer jabón (hay muchas más, pero estas son las principales de base, digamos): melt & pour (o glicerina) y saponificación en frío. Personalmente me gusta muchísimo más la segunda, me satisface más y, además, el de glicerina ha bloqueado mis tuberías, así que, descartado para mí.

El método de glicerina (melt & pour)

El método de glicerina se basa en comprar una base transparente u opaca de jabón ya hecho, derretirla, agregarle los añadidos que se deseen una vez derretida (creo que no se han de añadir más de un 10%), enmoldar y dejar enfriar, de ahí que en inglés se llame “Melt & Pour” (derretir y verter).

No controlo mucho esta técnica porque prefiero hacerlo yo misma desde cero. Además, a la base de glicerina le añaden aditivos como alcohol para que adquiera esa textura. Otras personas también se quejan de que no hace mucha espuma.


Izquierda: miel. Derecha: arcilla caolín y AE de árbol de té.

La saponificación en frío

El método de saponificación en frío se basa en mezclar los aceites que hayas escogido con una “lejía”, que es como se llama al líquido obtenido de la mezcla de agua (preferentemenete desmineralizada) y sosa caústica.

Muchas veces veo que la gente se queja de que tal o tal persona publica una foto de su jabón pero no publica la receta. Esto tiene una fácil explicación, y es que cada aceite tiene un índice de saponificación diferente, es decir, requerirá una cantidad de sosa caústica para saponifica distinta. O sea, depende de los aceites que utilices, necesitarás una cantidad u otra de sosa caústica. Es por eso que existen las calculadoras para jabones (hay gente que hace el cálculo a mano… ¡os admiro!). Las dos calculadoras que uso yo son SoapCalc y Mendrulandia. Es un riesgo utilizar una receta ya hecha, porque no sabemos qué conocimientos tiene la persona que la confeccionó, no sabemos su sobreengrasado y no sabemos si se ajusta realmente a nuestras necesidades.

Creo que antes de lanzarse en el mundo de la saponificación en frío hay que investigar mucho, ver muchos vídeos en YouTube, leer mucho al respecto, etc. Además, hay que ser consciente de que puede que alguna vez fracases y te salga mal. A mí los tres primeros me salieron perfectos y el cuarto me salió fatal, la sosa no se fundió bien en la leche de avena, se hizo una pasta extraña y al final tuve que tirarlo a la basura y malgastar preciosos aceites (duele en el alma). Pero, bueno, ya lo he superado y no paro de jabonear ahora. Aquí podéis leer una publicación sobre mi jabón preferido del mundo mundial, el jabón de Castilla.

Paso a paso

Para hacer el jabón saponificado en frío partes de 0. Idealmente eres tú quien formula la receta (fórmula), una fórmula base «fácil» que se usa en Europa es el 70% aceite de oliva 30% coco. Digo en Europa porque el aceite de oliva es un aceite que se consigue relativamente fácil por aquí y de producción local. Usa el aceite que a ti más te convenga, de ahí la necesidad de aprender a formular con las calculadoras.

Primero, escoges los aceites que mejor te vengan y luego los metes a la calculadora y te pones a jugar. La concentración de base suele ser entre un 28% y un 32% (aquí, cuando cojas más destreza sabrás que puedes modificarlo). La concentración es la cantidad de sosa caústica que va a tener tu jabón con respecto al agua.

La verdad que al principio me costó un poco entender cómo funcionaban las calculadoras, tuve que indagar mucho. No dudéis en decirme si os interesa que haga una publicación sobre cómo utilizar las calculadoras, aunque, no lo creo necesario porque hay canales buenísimos en YouTube en el que podéis encontrar vídeos como éste de Mendrulandia él mismo en el que explica cómo hacerlo.

Muchas veces oiréis hablar del sobreengrasado. Para el uso en la piel suele rondar entre el 8 y el 10%. ¿Qué significa el sobreengrasado? Significa que pondremos tal cantidad de lejía que hará que la cantidad de sobreengrasado no se vuelva jabón. Es decir, que mis jabones tendrán un porcentaje de aceites que no han saponificado y quedarán libres para aportar nutrición a mi piel. Tras probar diferentes sobreengrasados el que mejor me funciona es el 10% porque el agua de donde vivo tiene mucha cal. Pero, has de saber que existen jabones específicos que requieren un sobreengrasado más alto o más bajo. Por ejemplo, un jabón 100% aceite de coco necesitará un sobreengrasado de entre 20 y 30%, porque es muy detergente. A un jabón de Castilla (100% oliva) le puedes dejar un sobreengrasado del 5% porque, al ser tan suave, queda bien. Todo esto lo podréis ver cuando aprendes a confeccionar tu jabón.

Los índices de saponificación son distintos de un aceite a otro, por lo que NO, no puedes cambiar X aceite por X aceite a no ser que lo pases por la calculadora y veas que los valores te dan medianamente correctos. Cada aceite tiene un índice de saponificación, las calculadoras por suerte ya nos hacen el trabajo de hacer los cálculos. Estos índices son aproximativos, por eso veréis que cada calculadora te da unos valores ligeramente distintos. En vuestra aventura jabonil veréis que hay gente que prefiere la calculadora SoapCalc y otra que prefiere Mendrulandia. Yo, para empezar, te recomiendo Mendrulandia, básicamente porque está en español.

Otro concepto importante cuando formulas es el yodo, pues es el que te indicará si un jabón puede enranciar (enranciarse significa que coge olor, se estropea) con facilidad. No debe sobrepasar el 60 en climas cálidos, 70 en el resto.

En la calculadora de Mendrulandia podrás ver los siguientes indicadores de pronóstico de tu mezcla:

Si veis los pronósticos de la mezcla de arriba, están todas al 50 y en verde. No todos los valores precisan estar en verde, si intentas hacer un 100% Castilla verás que no todos los valores están en verde y no por ello sale un mal jabón. En lo personal, me gusta que el valor del acondicionado quede por encima de la limpieza, por un punto o dos.

Por lo general, una vez hecho tu jabón por método de saponificación en frío has de dejarlo curar unos 40 días. A excepción del jabón de Castilla (aquí te explico más) que precisa de varios meses de cura. Durante este tiempo el agua se evapora y nos aseguramos que todas las moléculas del aceite han cambiado de fase convirtiéndose en jabón. Además, es sabido que cuanto más tiempo cure un jabón, más duro y mejor será. Lo ideal es que, si puedes, lleves un registro del peso del jabón, cuando veas que mantiene el mismo peso, significa que todo el agua ya ha sido evaporada por completo.

El pH del jabón siempre rondará entre 8 y 9. Si me apuras, puedes conseguir un pH de 7 con muchos meses de cura y diversas técnicas, pero difícilmente lograrás más bajo de ahí. Si te venden un jabón con pH inferior, no suele ser un jabón saponificado en frío clásico. El pH se ha de medir con tiras medidoras: humedecemos un poco el jabón con agua y pasamos la tira. Por lo general, a los dos días ya puedes hacer esto para ver con qué pH te ha quedado. Puede disminuir con el paso del tiempo, pero por lo general no cambia mucho. Me ha pasado alguna vez que me ha quedado el pH por encima de 9, que he esperado con la esperanza de que se mejorara, pero nada. Aún así, siempre recomiendo dejarlo curar ante la duda y volver a hacer la prueba del pH. Eso sí, bajo ningún concepto recomiendo usar un jabón que esté por encima de 9. Pero, no lo tires, puedes hacer un lavado de sal y reutilizarlo como jabón de limpieza, pero esto ya lo aprenderás más adelante en el camino.

Términos usados habitualmente

Lejía: como os decía anteriormente, es el líquido resultante de la mezcla de agua y sosa caústica (NaOH).

Traza: la traza es el tipo de «crema» o «natilla» que se crea al mezclar la lejía con los aceites y batirlo. Habitualmente oirás «tardó mucho en llegar a la traza», significa que han estado batiendo mucho tiempo hasta conseguir llegar a esa textura de crema. Sabes que has llegado a la traza cuando, al levantar la batidora, se hace como una traza en el jabón.

Fase de gel/gelificar: esto ocurre cuando el jabón se calienta muchísimo tras hacerlo (cuando todavía está dentro del molde, mientras está saponificando), normalmente suele ocurrer cuando añadimos algún ingrediente con mucho azúcar como la miel, algunos tipos de leche, etc. Cuando llega a la fase de gel, el jabón se vuelve como una gelatina en el centro del jabón. No cambia en nada a tu jabón, seguirá siendo un jabón estupendo. Hay gente que fuerza una fase de gel en su jabón porque les gusta ese aspecto, para hacerlo los envuelven en mantitas. Si has puesto ingredientes que pueden calentar tu jabón hasta llegar a una fase de gel y no quieres, no tienes más que ponerlo al frío.

Ceniza: a veces vemos como una capita blanca de ceniza en la parte superior del jabón. Esto ocurre cuando exponemos la sosa que no ha saponificado al dióxido de carbono. No afecta para nada al jabón y es seguro usarlo.

¿Que materiales necesito?

Para lanzarse en cualquiera de estas dos técnicas os recomiendo hacerse con los siguientes materialesbásicos: guantes, gafas y mascarilla de protección, sosa caústica, aceites de calidad (o, para una primera vez, por qué no hacer un jabón con aceite reciclado para la limpieza de la ropa o un jabón de la abuela, encontraréis vídeos al respecto en Youtube) y un molde.

Otra cosa que me encanta de los jabones en frío es que puedes hacer infinidad de diseños. Hay infinidad de combinaciones y de técnicas para obtener jabones distintos… ¡imaginación al poder! Para hacer los diseños, necesitarás:

Enfoques más naturales: podemos perfumar los jabones con aceites esenciales o sin fragancia. Podemos colorearlos con colorantes naturales (cúrcuma, achiote o urucum, arcillas, índigo, arcana, etc)

Enfoques menos naturales: podemos perfumar los jabones con fragancias sintéticas (muchas personas opinan que los aceites esenciales son como medicina o sustancias muy preciadas que, además, se evaporan con el jabón y consideran un malgasto usarlo en los jabones. También opinan que se utilizan grandes cantidades de agua para destilar un aceite esencial y que, por ende, su uso no es tan ecológico). Podemos colorear con micas u óxidos.

Si consideras usar micas, te recomiendo que intentes encontrar micas u óxidos en alguna empresa que garantice que los niños no han sido explotados en la obtención. En esta publicación de mi Instagram os hablé de dónde los compro yo.

Pues nada, creo que con todo esto ya tienes los básicos para adentrarte en el mundo jabonil. En lo personal, he conseguido hacerme un molde pequeño para poder hacer pequeñas cantidades, porque si no acumularía demasiados jabones, ¡esto es adictivo! Hay páginas de Instagram que son realmente inspiradoras. Por ejemplo, la de Brambleberry me vuelve loca. Si habláis inglés, Bramble Berry tiene una web y un canal de YouTube.

¿Qué os ha parecido esta publicación? ¡No dudéis en decírmelo en mi página de facebook o en mi Instagram! Además, ahí también publico fotos de mis jabones y otros contenidos de interés.

¡Un abrazo!

Alba